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¿Qué sabes del amor?

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Amor, una palabra de sólo cuatro letras; pero que encierra todo un universo de sentimientos para el ser humano. Y es que hablar del amor es hablar del sentimiento que inspira al ser humano a la acción en las distintas fases o etapas de su vida, marcando muchas veces su destino.

El amor se presenta bajo distintas facetas, con distintas caras; pero siempre conlleva ese elemento subjetivo motivador, inspirador, energético y vibrante que nos hace experimentar una sensación de bienestar pleno como seres humanos; y a la vez concluir que vale la pena la vida.

El amor es un sentimiento complejo y misterioso que abarca todos los espectros del acontecer humano y que va dejando huellas en cada etapa de vida del individuo. Al nacer, el primer amor es el materno y con él, se inicia toda una madeja de sentimientos alrededor del amor; marcando sus acciones y decisiones y a la larga, poniendo de manifiesto su trascendencia terrenal.

Desde el inicio de los tiempos se habla, se busca y se persigue al amor. Ha inspirado a filósofos, poetas, eruditos, científicos, jóvenes, ancianos, pobres y ricos; todos sin excepción, han sucumbido en algún momento de su vida, a esta sensación tan misteriosa y atrayente.

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Hablando del amor platónico

¿Quién no ha escuchado hablar del amor platónico? Ese que inspiró a Platón en la antigua Grecia y cuyo eco perdura hasta nuestros días. El concepto de amor platónico se originó en la corriente filosófica dualista «cuerpo-mente» que esgrimía el reconocido filósofo Platón, 400 años antes del nacimiento de Cristo.

Según Platón, existían dos tipos de amor, uno físico y tangible, llamado también «amor al cuerpo»; y otro espiritual. Este último amor era el que acercaba al hombre a la divinidad, era relativo al alma; y por ello se le conocía también como «amor divino».

Para el filósofo, esta dualidad podía juntarse pero no fusionarse; cuerpo y alma convivían en uno solo, pero se consideraban corrientes separadas e independientes la una de la otra.

Platón indicaba que la verdadera belleza se encontraba en la inteligencia y la sabiduría y esta no era susceptible de ser medida con los sentidos. Por lo tanto, un amor platónico es un ideal, no está basado en aspectos físicos, sexuales o carnales sino en elementos etéreos, espirituales y morales.

Actualmente se le denomina amor platónico a ese amor que se considera inalcanzable, ideal, que se le ama desde lejos; y que lo más probable, nunca será correspondido.

Cómo se define al amor

No existe un único concepto del amor, pues cada contexto y circunstancia, aporta una definición según su enfoque, y todos pueden ser acertados. Lo que sí es cierto, es que el amor es un sentimiento que todo ser humano anhela, forma parte de su esquema emocional; y trae estabilidad, seguridad y confianza en su forma de pensar y actuar.

Mientras que los científicos opinan que el amor es una reacción química o respuesta cerebral, los religiosos acotan que es una manifestación divina hacia la humanidad. Cada religión tiene su propio concepto de amor y así cada perspectiva es válida según el contexto en estudio.

Amor de madre, amor de pareja, amor al trabajo, amor al amigo, amor a los hijos, amor al lugar donde se nació o se vive… Todos conviven en el individuo; es el mismo sentimiento pero diferenciado en intensidad, forma y modo.

La ciencia del amor

Científicamente hablando el amor es el producto de una mezcla compuesta por diversas sustancias químicas que segrega el individuo; esto al momento que se siente atraído por otra persona. Estas sustancias son las responsables de esa sensación de apego, bienestar y felicidad que produce la maternidad o el enamoramiento.

Un cóctel de hormonas y neurotransmisores, entre los que destacan la oxitocina, dopamina y serotonina serían los responsables de ese arrebatamiento que denominamos amor. Todos estos elementos son producidos por el sistema endocrino cuyo órgano principal es el hipotálamo; y desde donde se irriga hacia el cuerpo, a través del sistema nervioso central.

  • La oxitocina. Es llamada la «hormona del amor». Bioquímicamente esta sustancia se manifiesta en las expresiones afectivas positivas y está relacionada con las sensaciones de confianza, bienestar, amor y unión.
  • Íntimamente está ligada a la maternidad, los niveles más altos se presentan durante la gestación y lactancia; pero también está presente en los orgasmos, abrazos y toda manifestación afectiva que genere bienestar como comer, compartir y la conexión social positiva.
  • La dopamina. Es la hormona del placer y cuando se libera es generadora de una carga de energía y euforia. Es el neurotransmisor implicado en el sistema de recompensa; por lo que es gran responsable a la hora de crear adicción a los juegos de azar, sexo, drogas, e incluso personas.
  • La dopamina incide en el estado motivacional que impulsa a perseguir una meta o recompensa. De allí que los enamorados son capaces de efectuar grandes proezas para conquistar o mantener su pareja; lo que les genera placer y una sensación de bienestar y felicidad. Es la dopamina actuando como una especie de droga.
  • La serotonina. Es un neurotransmisor cuya función es regular las emociones, la memoria, el deseo sexual y la atención. También regula la temperatura corporal, el ciclo del sueño y los estados de ánimo.
  • Cuando una persona está enamorada los niveles de dopamina se disparan y con ello la sensación de bienestar, regocijo y felicidad. A menudo es llamada «la hormona de la felicidad» en razón de que la mayoría de los medicamentos antidepresivos, conllevan una dosis de serotonina.

Durante el cortejo, apareamiento, nacimiento y crianza; estos elementos impresos en el ADN genético del ser humano, juegan un papel protagónico como mecanismo activo para la supervivencia y perpetuación de la especie.

Amor filial

Viene de filialis, palabra latina derivada de filius que significa «relativa a los hijos». Con este nombre se bautiza comúnmente al amor que se siente entre parientes consanguíneos, padre e hijos. Incluso, su uso se ha extendido hacia todos los familiares.

Es desde el amor filial donde se genera la confianza y es en gran parte el que cimienta el estado gregario de los individuos. Ya que se siente parte integrante de una familia, se establecen los afectos entre sus pares. Además, le da el soporte emocional para desarrollar, a futuro, otros lazos afectivos.

El amor filial es uno de los lazos sentimentales más fuertes que experimenta el ser humano. Este tipo de amor suele verse, incluso, en el comportamiento de la gran mayoría de los animales mamíferos con sus crías; motivado a la dosis de oxitocina que inunda al torrente sanguíneo durante la gestación, en el momento del parto; y posteriormente, durante la lactancia.

El amor según la Biblia

El libro sagrado de la religión cristiana es extenso y profundo en lo relativo al amor en sus distintas manifestaciones; siendo el libro de Cantares el que expone de manera más profusa, el amor físico y carnal entre hombre y mujer. Los libros correspondientes al Nuevo Testamento, describen mayormente el amor de Dios y Jesús por la humanidad.

A lo largo del texto, la Biblia, el libro guía de los cristianos; distingue 4 tipos de amor: Eros, Storge, Philias y Ágape, denominaciones tomadas del griego y muchas veces transcritas o traducidas al latín. Estos son:

  • Amor Eros. Es el amor de tipo romántico o sexual; a raíz del cual surge el término de lo erótico o erotismo. Se refiere a la atracción física, sexual o amor carnal entre parejas. Su propósito es saciar su instinto primitivo de efusiva pasión. Puede constituir la antesala para dar paso a un amor más profundo.
  • Amor Storge. Es el que da significado al amor que se construye en el hogar; estableciendo lazos duraderos en el tiempo y generando sentimientos comprometidos de solidaridad, lealtad, cuidado y protección para el bienestar de su círculo más cercano. Es el sentimiento de afecto y amor familiar entre padres, hijos, hermanos.
  • Amor Philia o Filos. Su nombre proviene del griego y es el tipo de amor fraterno desinteresado que busca el bien común. Es el más extenso y referido en la Biblia; pues procura el bienestar y la fraternidad entre un grupo de personas y no está centrado en un interés particular, sino más bien colectivo.
  • Amor Ágape. Es el amor en su frecuencia más alta. Es la expresión del amor en un nivel divino, supremo y excelso; comparable con el amor de Dios hacia la humanidad. Es el tipo de amor incondicional que sólo desea el bien para el ser amado.

Existen otras religiones, como la islámica, donde el amor también está descrito y mencionado más de 80 veces en el Corán. En su libro sagrado se le considera como una manifestación de hermandad entre todos los que promulguen la fe en el islam. Del mismo modo, religiones como el budismo y el hinduismo distinguen el amor espiritual puro, del amor carnal o sexual.

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El amor según la psicología

Los psicólogos por su parte, distinguen seis tipos de amor; y lo definen como la conjunción de variables afectivas que forman parte del complejo sistema emocional del ser humano. También afirman que una pareja puede transitar distintos tipos de amor durante las facetas o etapas de la relación. Ellos son:

  • Eros o amor romántico. Se origina con la química o atracción inicial, es la etapa del enamoramiento y romanticismo. La conexión sexual y mental es intensa al punto que no permite dilucidar otros elementos importantes en toda relación.
  • Ludus o amor lúdico. Es el amor aventurero, pasional o pasajero; que sólo busca diversión y placer instantáneo. Muy común en personas con poca madurez emocional, se caracteriza principalmente por la atracción física entre las parejas.
  • Storge o amor leal. Es un amor basado en el compañerismo y lealtad con crecimiento lento pero progresivo, basado en la confianza mutua. Este tipo de amor es el cimiento a las relaciones emocionalmente maduras y duraderas.
  • Amor maníaco. Como lo indica su nombre, es un amor que se manifiesta con conductas exacerbadas, celopatías y obsesiones. Es común en personas de baja autoestima que requieren sentirse amadas y desarrollan conductas posesivas.
  • Pragma o amor pragmático. Es un amor equilibrado cuya base es la compatibilidad de caracteres que persiguen un mismo fin. Es la combinación del amor lúdico con el amor leal; presente en parejas sanas emocionalmente, que abordan la relación con sentido real y práctico en beneficio mutuo.
  • Ágape. Es el amor incondicional que se sobrepone a cualquier condición de la relación. Amor desinteresado y gentil, no persigue ni le obsesiona la reciprocidad puesto que su motivación principal es el bienestar del otro, un amor altruista en gran medida.

La psicología contempla al amor como una experiencia afectiva que acompaña al ser humano desde que nace. Aquí es donde converge principalmente la necesidad del individuo de establecer relaciones interpersonales positivas.

Amor a primera vista: mito o realidad

Cuando se trata de amor, el corazón nada tiene que ver; quien manda es el cerebro. Sí, el amor a primera vista si existe; o por lo menos ese flechazo inicial que perturba el estado emocional de la persona y que no es más que la respuesta a un estímulo externo. Esto desencadena toda una inyección de hormonas y neurotransmisores generadores de una conmoción emocional.

Investigaciones científicas evidencian que las mujeres generalmente son altamente receptivas a lo que oyen, son sensiblemente auditivas; mientras que los hombres reciben el impacto o flechazo a través de los ojos, es decir son visuales. El detonante del amor a primera vista, es una experiencia sensorial que da paso a la actividad cerebral.

Los principales síntomas de este «flechazo» es la percepción de que todo gira en torno a esa persona amada, se obnubila el pensamiento; se idealiza al otro al punto de que pareciera no tener defectos, y si los tiene, son justificables. Comienza a incrementarse la atracción no solo física sino también intelectual y rápidamente se convierte en adicción.

Este arrebato inicial comienza a equilibrarse en la medida que la pareja se conecta sexual y emocionalmente; la continuidad de los encuentros y la comunicación se prolongan, y la actividad cerebral se autorregula. La pareja avanza entonces hacia  el enamoramiento o puede tratarse sólo de atracción sexual. No hay tiempos específicos para estas etapas.

Manifestaciones del amor a primera vista

El arrebato pasional que representa el amor a primera vista es atracción real y se manifiesta física y emocionalmente de múltiples formas, entre las más comunes:

  • Aceleración de los latidos del corazón.
  • Incremento de la sudoración.
  • Enrojecimiento de la piel.
  • Alteraciones estomacales.
  • Fantasías respecto al futuro con la otra persona.
  • Impulsos de conocer y saber todo lo referido a la otra persona.
  • Necesidad de comunicación con la otra persona.

Un amor a primera vista no tiene porqué ser efímero y pasajero; este tipo de atracción puede ser el punto de partida para una relación madura y duradera. Este sólo dependerá de la forma cómo evolucione dicha relación en el tiempo.

¿Cómo saber si es amor verdadero?

Al iniciar una relación amorosa, esta atraviesa por distintas etapas en la medida que las parejas van conociéndose y complementándose emocionalmente. Surge entonces una duda recurrente entre los amantes o enamorados, que puede perturbar la tranquilidad emocional de los implicados. ¿Hacia dónde va el amor? ¿Será un capricho? ¿Es algo pasajero?

Esta duda, incluso, puede ser un factor de conflicto entre las parejas cuando un integrante percibe que el otro no es totalmente recíproco en el sentimiento.

Tres premisas a cumplirse

Psicólogos estudiosos del tema, han identificado tres premisas que al cumplirse, se estaría allanando el camino para construir el verdadero amor.

Efusividad o Pasión

Es el período de la efervescencia de la química hormonal que provoca atracción sexual entre las parejas. Hay cierta obsesión porque el sentimiento sea recíproco y se generan grandes inquietudes y dudas respecto al destino de la relación.

Cercanía e Intimidad

En esta etapa se genera el apego. El compartir tiempo y momentos genera una conexión que no se circunscribe únicamente al aspecto físico sino también al aspecto intelectual y sentimental. En esta fase crece la confianza sobre la base de comunicación y respeto y se siembran los cimientos de una relación sólida.

Dedicación y Compromiso

Se trata de la fase de superación de escollos y distorsiones que pudiesen afectar la buena evolución de la relación; todo con el propósito de continuar juntos. El lazo afectivo evidencia su madurez por la forma de resolver los conflictos que pudiesen atentarlo; en aras de perpetuar y concretar los futuros proyectos de la pareja.

Si estos factores coinciden en una relación, existe una altísima probabilidad que la unión perdure en el tiempo y se consolide; como una relación de verdadero amor.

No todo es color rosa en el amor

Pero, así como el amor es un sentimiento sublime que conlleva a la exaltación del bienestar en el ser humano; este mismo sentimiento puede tornarse en una vorágine tóxica y destructiva cuando se manifiesta en personalidades desequilibradas o emocionalmente inestables.

Cuando una relación avanza afloran los rasgos y características de las personalidades individuales; comienzan a conocerse en sus caracteres y, la gran mayoría de las veces, es la convivencia la que desnuda a cada individuo en su forma de ser, pensar y actuar.

En ocasiones, las debilidades emocionales de un individuo se manifiestan ante una situación determinada; donde su respuesta se orienta al ámbito del conflicto y puede incluso recurrir a la agresividad en distintos niveles hasta la violencia física.

Celos, egoísmo, egocentrismo, actitudes posesivas, desconfianza, chantajes emocionales, resentimientos, rencor; son algunas de las «olas oscuras» por la cual navega el amor. Estos hacen que indefectiblemente se distorsionen los más firmes planes y proyectos de la pareja, si no son abordados con sano criterio y madurez oportunamente.

Amor tóxico y sus formas:

El amor puede tornarse tóxico en la medida que uno de sus integrantes haga daño, consciente o inconscientemente al otro. Las relaciones tóxicas no están circunscritas al ámbito de la pareja; también pueden darse en los lazos de amistad, ambiente laboral y en la misma familia.

Una relación donde uno se aproveche del otro, donde una parte quiera controlar a la otra, o donde el beneficio no es mutuo; es una relación desequilibrada, por lo tanto, es tóxica. Algunos de estos comportamientos pueden agruparse en los siguientes tipos:

Amor o relación tóxica denigrante

Es el que se manifiesta por conductas humillantes y de menosprecio hacia la persona con quien comparte. Este tipo de relación se manifiesta no sólo con parejas, puede ser también con familiares o amistades.

La humillación o denigración viene dada a través de burlas con la justificación de que «solo es un juego»; críticas sutiles o sarcasmo, comentarios despectivos menospreciando el aspecto físico, la forma de actuar, creencias o competencias del otro.

Amor o relación tóxica intimidante

Se origina por la subordinación de un miembro al otro a través de una agresividad disimulada bajo la justificación de «mal carácter». En este tipo de relación, se busca el control a través de comportamientos airados, respuestas verbales agresivas, o castigar a la pareja con ausencia de comunicación.

Las parejas de estas personas sufren desgaste emocional procurando asumir comportamientos que no provoquen conflictos, inhibiendo su personalidad y el derecho de libre acción; lo que a la larga provoca una sumisión al poder de la ira de la otra persona.

Amor culpable

Es aquel que persigue controlar al otro a través de la culpa, haciéndose la víctima y manejando las emociones a través de chantajes afectivos. Este tipo de relación tóxica no solo está presente entre parejas; también es muy frecuente de padres a hijos, procurando captar atención o beneficios a través de la culpa.

Esta manifestación es propia de personas controladoras, que necesitan mantener cuotas de poder velado en una relación. Incluso, hacen que la víctima, por «amor», los complazca y actúe según sus requerimientos.

Amor posesivo

Esel que manifiesta niveles de desconfianza e inseguridad en la relación, tornándola tóxica. Personas con complejos o baja autoestima tienden a sufrir temor de que la pareja les abandone o sea infiel; por ello desarrollan un comportamiento excesivamente controlador de todas las acciones del cónyuge, pues asumen que este les pertenece.

Este tipo de comportamiento puede llegar a niveles exacerbados de hostigamiento; al punto que cualquier acción por parte de la víctima, es sospechosa y es motivo de un conflicto. La víctima se siente acorralada, limitada en su proceder, vigilada y amenazada; lo que también atenta contra su salud mental.

Las señales de que se está tratando con un amor tóxico son subjetivas y muy variables. Por lo que muchas veces, cuesta reconocer y enfrentar la situación lo que hace aún más difícil contener este tipo de comportamiento.

El sano amor es el que descansa sobre la buena comunicación, la confianza, la honestidad; el respeto por el pensamiento del otro, y la búsqueda del bien común.

Amor animal, o el amor por las mascotas

Todo el que ha tenido una mascota, sabe que existe un tipo de amor muy especial; y no es otro que aquel que surge entre un humano y un animal.

Evidencias científicas comprueban que esta conexión afectiva es real y se inicia con la mirada. En efecto, el nervio óptico está conectado al hipotálamo donde residen la memoria y las emociones. Un torrente de oxitocina, la hormona del amor, se encarga de establecer ese lazo de bienestar y confianza entre la mascota y su dueño.

Este nivel de empatía no es nuevo; por el contrario, ha venido evolucionando desde los tiempos prehistóricos; esto pasó cuando el hombre de las cavernas tuvo la necesidad de convivir con los animales y domesticarlos para su sobrevivencia. Al interactuar con los animales, el hombre aprendió a aprovechar sus beneficios tales como transporte, calor, alimentación, protección o compañía.

A través del amor a un animal, el ser humano cultiva el compromiso y la compasión; es un amor noble y distinto al que se siente por familiares y amigos. Quien ama a su mascota establece con él una relación filial; y percibe en su comportamiento animal un sentimiento recíproco, leal, noble, libre de juicios y condiciones.

Las mascotas más comunes

Antes las mascotas más comunes eran perros, gatos y aves. Hoy el amor animal se ha extendido a todas las especies; y el humano en su propia evolución, está procurando un acercamiento más estrecho con la naturaleza; dando paso a curiosas amistades entre personas y vacas, caballos, cerdos, reptiles o peces.

Investigaciones y experimentos en este campo, han ratificado la capacidad de algunos animales para establecer lazos de afinidad con las personas. Por lo que existen terapias curativas de distintas dolencias, que son ejecutadas teniendo como protagonistas a algún animal entrenado para tal fin.

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Beneficios del amor hacia los animales

El amor que se le da a una mascota los incluye como parte del núcleo familiar; y en tal sentido se les ofrece cuidados, cariño y protección. Siempre y cuando la relación con los animales esté enmarcada en límites saludables. El cuidado, la compañía o la terapia con los animales aporta inmensos beneficios físicos y psicológicos al ser humano, en especial a los niños y ancianos.

Amar y ser amado por un animal aporta saludables beneficios como:

  • Sensación de afectuosa compañía, disminuye el sentimiento de soledad o aislamiento; muy recomendable para acompañar a personas solitarias.
  • Son desestresantes y antiansiolíticos; observar sus comportamientos puede ser muy relajante y generar momentos graciosos y de felicidad.
  • Promueven el sentido de la responsabilidad, sobre todo en los niños.
  • Fomentan el alza de autoestima al aceptar el amor sin juicios ni condiciones.
  • Generan el sentido de ser competentes y útiles para cuidar a otros, sobre todo en los ancianos.
  • Alientan sentimientos positivos como la empatía y la generosidad.
  • Promueven la interacción social con otras personas con la misma pasión por los animales.

Amor propio, ¿es el más importante?

El amor propio es el amor que siente la persona por sí mismo, y no se trata de un enamoramiento estético, físico o superficial; sino más bien se refiere a la aceptación, consideración, estima, respeto y valoración que tiene una persona hacia su propia humanidad.

Como lo indica su nombre, es un amor único e individual que no depende de nadie; sino que es intrínseco en cada persona y se construye desde la etapa de la niñez. Es de vital importancia en el equilibrio emocional del ser humano, este amor de alguna manera; se manifiesta e influencia en el resto de los «amores» que la persona vivirá a lo largo de su vida.

El amor propio tiene sus raíces en la educación y el hogar desde donde se inculca la confianza en sí mismo. Y la importancia de reconocerse como un ser valioso, dignos de ser amados, con virtudes y defectos, pero susceptibles de aprender y mejorar continuamente; anteponiendo su valía personal ante toda circunstancia.

Una persona con amor propio reconoce que merece un trato digno, se preocupa por su bienestar físico y mental. Es amoroso consigo mismo y con los demás, es independiente y participa activa y positivamente en su entorno social.

Amor propio y la autoestima

La autoestima no es más que el valor que se otorga el propio individuo. Es el valor estimado que se asigna la misma persona en una especie de «autoevaluación». Amor propio y la autoestima van de la mano, pues el segundo es un elemento consecuente del amor propio; y este reafirma y fortalece la autoestima.

La autoestima está ligada al valor que se otorga a lo que se posee y proyecta; por ejemplo: belleza, inteligencia, status. Son elementos que otorgan seguridad y confianza y que pueden subir la autoestima en segundos. Pero el amor propio va más allá; se trata del autoconocimiento y la aceptación sin condiciones de lo que el individuo realmente es en su íntima humanidad.

La carencia de amor propio se proyecta directamente en un bajo nivel de autoestima. Cuando estas carencias se extrapolan en una relación de pareja, se generan conflictos emocionales en una de las partes que menoscaban la armonía y el amor. Es entonces cuando aparecen las inseguridades, desconfianza, celos e irrespeto hacia la otra persona.

La autoestima varía según las circunstancias, no es una constante. Es normal pasar por momentos y situaciones que pueden provocar una baja o un alza en sus niveles. Hacer alarde o sentir superioridad en relación a otros, no es síntoma de una alta autoestima; por el contrario, sólo son señales de una gran inseguridad y necesidad de reconocimiento.

Carencia de amor propio

El amor de por sí es una virtud, es el bien, es lo bueno. Si bien la autoestima es importante, cultivar el amor propio lo es mucho más porque es el eje sobre el cual descansa el equilibrio emocional del ser humano. Algunas señales de la carencia de amor propio se reflejan en el comportamiento y las acciones que se toman a diario, como por ejemplo:

  • Tomar decisiones para complacer a terceros, permitir que otras personas tomen decisiones sobre su vida.
  • Hacer comparaciones negativas de sí mismo, sentir celos de los logros de otros.
  • Modificar el comportamiento para encajar en grupos, o ser aceptado socialmente.
  • Permitir que los demás abusen física o emocionalmente y no saber poner límites.
  • Negación a recibir elogios o reconocimientos, sentirse desmerecido.
  • Observar y resaltar sólo los defectos con una severa autocrítica, no aceptar su imagen, su cuerpo.
  • Deseos de ser otra persona, imitación de imagen o posturas para parecerse a otra persona.
  • Adicciones que atentan contra la salud, contra el cuerpo.

Afortunadamente, es posible reconstruir la autoestima e incrementar el amor propio. De hecho, tomar la decisión de hacerlo ya de por sí, es un acto de amor, que redundará en todos los aspectos de la vida; logrando un sano equilibrio emocional que se proyectará al entorno familiar, laboral y social donde se relacione.

Amor en el siglo XXI

Con el avance de la tecnología el mundo ha experimentado bruscos cambios en las formas de comunicarse e interactuar. El Internet ha ido desplazando a la telefonía tradicional, la televisión, la radio e impresos; y la sociedad ahora está inmersa en un mundo digitalizado al cual tiene acceso a través de un teléfono móvil o dispositivo electrónico.

Gran parte de las interacciones humanas están ahora signadas por infinitas redes sociales; bien sea para comunicarse o conocerse, teléfonos móviles para estar inmediatamente conectados, realidades virtuales, y un sinfín de herramientas digitales; que acortan las distancias geográficas y achican socialmente el tamaño del mundo.

Estos cambios también se han visto reflejados en el comportamiento cultural de la sociedad. Las parejas que antes se casaban entre los 18 y 23 años; ahora se tornan más selectivos, y se emparejan alrededor de los 27 y 35 años. Al haber más información y perfiles para elegir, el ser humano se toma mayor tiempo para afinar su selección.

Sin embargo, rodeado de tecnología, bombardeado por la digitalización y el mundo virtual; el ser humano en su interior, sigue siendo el mismo, con las mismas necesidades físicas y afectivas del siglo pasado; y sí… sigue buscando el amor.

Del romanticismo al «me gusta»

Así como el mundo ha cambiado con el incremento de la tecnología, la sociedad también ha respondido y se ha adaptado a estos cambios. Son los mecanismos sociales de adaptación a la evolución de los nuevos estereotipos y cánones de las relaciones humanas.

Antes bastaba el contacto visual; el intercambio de números telefónicos y algunas palabras, para dar inicio a un romance que, bien fuera corto o largo, estaba lleno de flores y largas llamadas telefónicas, Incluso, de notas escritas, obsequios, y detalles que alimentaban el fuego de la relación. Hoy estas manifestaciones son prácticamente inexistentes.

En los tiempos que transcurren, además que las mujeres toman la iniciativa en el acercamiento; son los likes o «me gusta», mensajes y obsequios virtuales, así como cientos de fotos las que alimentan la atracción inicial entre las parejas jóvenes.

Estar conectados es vital. No hay amor que supere la incomunicación ante la diversidad de dispositivos para hacerlo; siendo el teléfono móvil el instrumento que ha pasado a formar parte del atuendo diario del ser humano. La inmediatez es la premisa y el estar online es lo normal.

Amor y seducción en línea

Actualmente, el uso de Internet está presente en la mayoría de las actividades que se realizan; y en el arte de seducir para encontrar el amor, no se queda atrás. Por el contrario, investigaciones y encuestas realizadas demuestran que más del 45% de las parejas actuales se han conocido a través de la red.

Y es que a pesar de que el 55% restante de las parejas, aún coinciden por los medios tradicionales. No cabe duda que el uso de la tecnología ha incidido en la modificación de los criterios a la hora de buscar pareja. El uso de redes sociales y la infinita variedad de plataformas destinadas a facilitar el proceso hacen que esta búsqueda sea más precisa y específica.

Seducir en línea tiene sus bemoles: se inicia el coqueteo a través de una pantalla, hay menos contacto físico lo que facilita desinhibirse y disfrazar la timidez; hay tiempo para preparar respuestas y las emociones puedes reflejarlas a través de un emoji. No hay cruce de miradas, ni la espontaneidad propia de la comunicación no verbal.

Millones de personas, de todas las edades se conectan todos los días a las plataformas y redes sociales. Esto con el propósito de conocer nuevas personas o restablecer el contacto de viejas amistades con una meta común: encontrar el amor;y así llenar el espacio existencial que este sentimiento ocupa en cada ser humano.

La fuerza del amor

No cabe duda que los tiempos han cambiado y las manifestaciones de amor han evolucionado conforme lo ha hecho la sociedad. Sin embargo, el amor como sentimiento está lejos de morir. Es una necesidad innata del ser humano sentirse amado, pueden cambiar las formas, más no la esencia pura del amor.

Más allá de las complejidades que implica toda relación de amor; lo importante es procurar que las interacciones sociales que se establezcan magnifiquen al ser humano, sean positivas, saludables y generen bienestar a quién las reciba y quien las prodiga. El amor siempre será la fuerza infinita que mueve al mundo.

Referencias:

https://lamenteesmaravillosa.com/tan-importante-amor/

www.significados.com/los-4-tipos-de-amor-segun-los-griegos/

www.salud180.com/salud-dia-dia/7-sencillas-formas-de-incrementar-tu-amor-propio

www.muyinteresante.es/salud/articulo/existe-el-amor-a-primera-vista-esto-dice-la-ciencia-881518599076

https://psicologiacatalunya.es/amor-desamor-y-otras-filias/


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Mou D. Khamlichi

Mou D. Khamlichi

Auther

El Doctor Mourad es un apasionado de las ciencias y muy especialmente de la que conduce al descubrimiento de nuevos medicamentos para curar enfermedades relacionadas con el sistema nervioso central (la esquizofrenia y el Parkinson) y con la oncología, tratando varios tipos de cánceres tales como el cáncer de páncreas o el cáncer estomacal. Mourad dirige el trabajo de 30 investigadores en la empresa Eurofins-Villapharma desde el año 2008. Junto con su equipo da constante apoyo a las grandes multinacionales farmacéuticas para encontrar nuevos fármacos del siglo XXI. Cualquier persona puede contactar con él a través del formulario de contacto en este sitio web o a través de su perfil profesional de Linkedin.

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