Existen características de un mal líder que no se pueden ocultar del grupo de trabajo. Las personas que tienen la responsabilidad de ser líderes no siempre lo hacen de manera voluntaria. En ocasiones es la circunstancia la que los lleva a tomar ese rol, y al no estar bien preparados se convierten en un mal líder.
No es una tarea fácil ser líder de un grupo de personas que piensan, sienten y realizan las cosas de manera diferente. Para esto se pueden preparar, estudiar y aprender a ser buen líder con asesoramiento y esfuerzo arduo.
Sin embargo, no todos tienen las mismas intenciones o posibilidades.
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Muestra cambios de humor constantes
Todas las personas tienen cambios de humor dependiendo de las circunstancias en las que se desenvuelven. La forma en que una persona se expresa o se muestra se puede controlar, sobre todo si se está en un ámbito laboral.
No poder tener control sobre las emociones es un rasgo típico para un mal líder. Para nadie es agradable estar con una persona que cambia de actitud constantemente. Si se enoja, estalla o simplemente ignora lo que se le está planteando, se tomará como una actitud grosera.
En un equipo de trabajo se necesita planificación, control, responsabilidad y compromiso por parte del líder. Si no se tiene una buena actitud, será problemático realizar cualquier tarea que se proponga al lado de un mal líder con estos cambios.

Se enfoca solo en lo malo
Un líder no puede ser pesimista, ya que no llevará a su grupo por la mejor senda para lograr los objetivos planteados.
En todas las empresas donde se realizan proyectos y tareas que se deben llevar entre varias personas suelen aparecer situaciones tanto buenas como malas. Cuando el enfoque del líder se basa en todos los aspectos negativos, no se produce un ambiente de trabajo agradable.
Si solamente se va a lamentar por los errores que se cometen, a reclamar cada falla de manera repetitiva, se está frente a un mal líder.
De los errores se debe aprender, no utilizarlos para menospreciar a otros, ni minimizar los esfuerzos que se puedan hacer para llevar a cabo los objetivos.
Hay una grave falta de comunicación
Uno de los principales problemas que presentan los equipos que tienen un mal líder es la falta de comunicación, o las fallas en las vías para que se dé la misma.
Los malos líderes no escuchan las opiniones e ideas que puedan tener sus colaboradores. En cambio, restan importancia a cada ayuda que se le pueda prestar para mejorar algún proceso.
Tampoco manifiestan bien sus ideas dificultando los tiempos de trabajo por los problemas comunicativos que tiene con su personal.
Impone sus ideas por sobre las demás
De la misma manera como no escucha las opiniones que le puedan proporcionar sus compañeros de trabajo, es imponente en cuanto a sus ideas y forma de realizar las tareas.
Un mal líder no permite que nadie realice alguna actividad de manera diferente a como él la hace, o como considere que debe ser hecha, aun cuando no forme parte de su formación profesional. Por ende, solo acepta su punto de vista como verdadero.
De esta forma se interfiere completamente con el objetivo del proyecto, porque no acepta las ideas u opiniones de los demás. Es por esta razón que les cuesta mucho delegar responsabilidades, ya que si no lo hacen ellos nadie lo hará bien.
No da libertad de trabajo
Relacionado al punto anterior, cuando se está frente a un mal líder, no se tiene la libertad de acción para realizar las diferentes tareas de la manera particular de cada individuo.
Son el tipo de líder que no permite que se muevan de su puesto de trabajo sin permiso, tienen limitadas las incursiones a áreas de esparcimiento, e incluso algunos limitan hasta las idas al sanitario.
Al ser dictatoriales limitan todo tipo de programas que permitan mejorar las condiciones y el conocimiento del personal que tienen bajo su mando.
Abusa de su posición como líder
Innegablemente cuando un mal líder abusa del poder que se le confiere, se le considera como una de las más notables características del despotismo que se puede ver.
Este tipo de líder afirma no querer involucrarse en los procesos, aun cuando estos deban hacerse como él ordene, y obtener los resultados que solo el líder desea.
Existe mucha negligencia por parte de quienes realizan este tipo de liderazgos mal aspectados, ya que dañan la imagen de la empresa para la que laboran. A su vez despiertan el desprecio de sus compañeros y colaboradores, al punto de elegir no volver a trabajar con ese mal líder.

No muestra expectativas o deseos de mejorar
Cuando no se tiene un compromiso real con lo que se está realizando, no puede haber expectativas reales que aseguren el logro de la meta establecida.
Un líder sin expectativas no busca mejorar como profesional, no se entrena para futuros proyectos, ni se perfecciona académicamente para adquirir conocimientos que le permitan ser un mejor líder.
Estos malos líderes se sienten amenazados por las personas que se presentan de manera proactiva a dar nuevas ideas. Estos nuevos empleados mejoran los procesos al mantenerse al día en cuanto a las nuevas tecnologías y conocimientos del área.
Suelen mantenerlos al margen, o algunas veces los sacan de los grupos de trabajo para que todo se mantenga igual y ellos puedan tener el control absoluto de los procesos.
Deja la empatía de lado
Un líder debe trabajar en equipo. Si no tiene la capacidad de entender las posiciones y actitudes de otras personas, no tiene empatía hacia sus colaboradores.
Cuando los malos líderes son parte del equipo en el que se labora, no se compenetran con las emociones de los demás. Si algún miembro del equipo tiene un problema personal, haciendo caso omiso de ello.
Cuando algún colaborador está enfermo o presenta algún problema personal, no le prestan ayuda, sino que evitan trabajar con esas personas, ya sea delegándolos o incluso despidiéndolos.
Al no integrarse con los compañeros por mantener su rol de líder, no recibirá respeto ni confianza en cuanto a su liderazgo. Un mal líder solo se enfoca en las fortalezas y debilidades de sus empleados, sin tomar en cuenta las emociones de ellos o algún aspecto de su vida personal.
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